Nosotras; historias de mujeres y algo más, de Rosa Montero
Una reseña de Teresa Ojeda
Incluye el texto original de Historias de mujeres (Alfaguara 2018) publicado hace veintiún años y añade noventa pequeños retratos de mujeres que destacaron por diferentes motivos desde la antigüedad hasta nuestros días.
Un libro interesante si se quiere empezar a conocer las vidas de tantas y tantas mujeres silenciadas a lo largo de la historia de la humanidad.
Por mi parte aclaro que fue acabando el libro de Rosa Montero, cuando empecé a entender el peso de su significado. También que las primeras páginas me desconcertaron por la dureza de la autora, debido a los comentarios peyorativos sobre las nombradas, (a mi entender se regodeó demasiado en todo lo feo, ridículo y malo que pudo encontrar en las grandes féminas que describe) Eso hizo que más de una vez cerrara el libro con la seguridad de no volver a abrirlo, sin embargo, una vez acabado, he cambiado de opinión.
Pienso que, lo que el libro suscribe, es el deseo de igualar a hombre y a mujeres. Meterlos a todos, todas, en el mismo saco de la humanidad que nos define. Quiero entender que el único objetivo de la conocida autora al describir lo bueno y lo malo de las nominadas, fue el deseo de igualarlas, a ellas, a esas mujeres que se han buscado un hueco en la historia a fuerza de luchas interminables, para mantenerse en pie en medio de sus coetáneos masculinos. Ahora empiezo a entender que el deseo de Rosa Montero no es otro que el de buscar por otros derroteros la igualdad entre géneros. Ambos, hombres y mujeres somos seres pensantes y sapientes, dueños de una conciencia. Por lo tanto, los dos géneros somos capaces de elevarnos hasta lo sublime y deslizarnos hasta lo más rastrero. De buscar la bondad, la maldad, y la crueldad y constatar que, en ambos géneros, todo eso puede alcanzar cotas inimaginables.
La autora finaliza la obra, haciendo un exhaustivo recorrido por la historia de la humanidad en una búsqueda titánica de mujeres sobresalientes, y nos comenta, no sin una pizca de orgullo femenino, que, debido al incontable número de grandes féminas, del ingente hervor que bulle en todo el mundo, cuyas identidades ha ido encontrando apenas escarbar en la superficie de las más diversas culturas, es cómo se ha ido dando cuenta de que sería imposible agruparlas en ninguna enciclopedia. Le haría falta muchas vidas para hablar de todas y de cada una de ellas. A modo de ejemplo, Rosa Montero nos describe la historia de un vendedor de telas, que se inventó una lupa para contar los hilos del tejido y, asombrado, acabó descubriendo un ingente hervor de microbios.
Sí, al final acabé el libro y, como ella, me siento orgullosa de ser mujer. Desde el minuto uno de la creación, la mujer ha sido un ser libremente pensante, inteligente y capaz de sostenerse por sí misma. El por qué los hombres no lo quieren ver así, escapa a mis entendederas. Ahí están las vidas de abadesas, reinas, emperadoras, esclavas, meretrices, amas de casa, esposas, hermanas, hijas, suegras, nueras… pintoras, escritoras, músicas, cantantes, filósofas, astrónomas, parteras, brujas… malas o buenas, feas o guapas. Mujeres. Nosotras. Sí, nosotras.

Sí, no somos ni mejores ni peores que la otra parte de la humanidad. Lo malo es que hemos tenido que demostrarlo con sangre y, como dices, todavía hay quién no lo quiere ver. Me gusta tu reseña; es cierto que Rosa Montero muestra facetas desconocidas, o menos difundidas, de las mujeres que trae a sus páginas.
Maruja Salgado
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