TE RECOMENDAMOS… Los ingrávidos, de Valeria Luiselli

Los ingrávidos, de Valeria Luiselli

Una reseña de Josefa Molina

Si algo me ‘engancha’ a la lectura de un libro es su capacidad de intertextualidad. Leer una obra y que en ella me presenten a autoras y autores de los que no había tenido referencia, o que me introduzcan en libros de los que nunca había oído hablar, es un elemento que, a mi juicio, enriquece y multiplica por dos el valor literario de cualquier novela.

Eso fue justo lo que me ‘enganchó’ a la obra Los ingrávidos (Sexto Piso, 2011), de Valeria Luiselli (México, 1983), autora, además de la obra que se reseña hoy en esta sección, de los ensayos Papeles Falsos (Sexto Piso, 2010) y Los niños perdidos (Sexto Piso, 2016) y de las novelas La historia de mis dientes (Sexto Piso, 2013)​ y Desierto sonoro (Sexto Piso, 2019).

En Los ingrávidos, Luiselli nos presenta la vida de una joven editora, madre de dos hijos y esposa, residente en la ciudad de Nueva York que relata en forma de libro su ocupada vida en familia y su anhelo por lograr un gran ‘bombazo’ editorial, materializado en la publicación de un manuscrito inédito del poeta mexicano, Gilberto Owen.

A través de la novela, la autora va entrelazando dos vidas que tienen como escenario la ciudad de Nueva York, su metro, sus calles, sus edificios: la de una editora que intenta ganarse la vida como tal y la de Gilberto Owen, quien se había trasladado en 1928 a Nueva York para trabajar en la embajada mexicana, compartiendo en la ciudad norteamericana eventos culturales y amistad con varios de los más destacados escritores del momento.

¿Pero quién fue Gilberto Owen? Owen formaba parte del movimiento de vanguardia poética mexicana «Los Contemporáneos», junto a otros autores como Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia, y está considerado como uno de los principales exponentes de la literatura mexicana. A principios de 1950, comenzó a tener problemas de salud que culminó con su fallecimiento por cirrosis, ciego y con 47 años de edad, el 9 de marzo de 1952. Por ese entonces era vicecónsul en Filadelfia, ciudad donde descansan sus restos. Por cierto, que parece que la ubicación exacta de la tumba del poeta mexicano en el cementerio Holy Cross, a las afueras de Filadelfia, fue durante años toda una incógnita hasta el escritor mexicano Carlos Pérez Sámano allá por el año 2023 la situó en el lote 29 de la sección 51 del enorme cementerio estadounidense. (Ver artículo El País)

Pero volvamos a Los ingrávidos. La trama de la novela discurre a dos voces entre la voz de la editora que investiga sobre la obra y vida de Owen en la ciudad estadounidense, hasta tal punto que comienza a ‘vivirlo’ como un fantasma que se le aparece en el metro e incluso charla con su hijo mayor, y la del propio escritor mexicano quien con frecuencia observa a una mujer vestida con un abrigo rojo que apoya la cabeza en una ventada del suburbano, y que resulta ser la propia editora. Ambos fantasmas en mundos y tiempos diferentes que se entrecruzan en el discurrir de sus existencias sin rozarse ni confluir, más allá de lo que ambos van contando en las páginas de la obra de Luiselli.

En esta obra, la escritora mexicana recrea las amistades literarias de Owen, situando a Federico García Lorca como uno de los poetas con los que compartía eventos culturales y encuentros literarios, además de bares y fiestas hasta el amanecer. Parece ser que ambos poetas coincidieron durante el año que el andaluz permaneció en la ciudad de los rascacielos, de 1929 a marzo de 1930.

Así que lo dicho: intertextualidad que me ha llevado a indagar sobre la vida y obra de un autor, Gilberto Owen, y un movimiento poético, en del Los Contemporáneos, ambos para mí hasta ese momento totalmente desconocidos.

Y este elemento añadido, señoras y señores, para las personas que amamos la literatura, siempre es de agradecer y valorar.

Josefa Molina

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