EL HUECO
¿Qué soy? Tal vez el hueco horadado en la roca por los vientos milenarios, esos que siempre han estado soplando su desdén sobre el mundo.
Yo escarbo representaciones humanas en la piedra caliza y las coloco en este agujero desolado, intentando reducir su eco, intentando negar el vacío. Pero el viento es inclemente también con ellas, y en silencio las horada también, borrando sus rostros. Al final solo quedan amasijos calizos que más parecen dedos que brotan del suelo de este hoyo y mueren intentando aferrarse a algo. En vano, al final solo queda el vacío.
Yo danzo en esta roca agujerada, en el centro de nada, con los ojos vendados, mientras lanzo mi voz al cielo. Un paso en falso significaría la muerte, caer por el agujero del tiempo, estrellarme contra las mismísimas estrellas. Pero eso es lo que todos hacemos, danzamos mientras los vientos soplan y vuelven locas nuestras ideas, gritamos mientras ellos se llevan nuestras voces hechas jirones y las arrastran por el infinito.
Después de la risa está el hueco.
Después del llanto está el hueco.
Después de la vida está el hueco.
Después de la muerte está el hueco.
Entre medias siempre sopla el viento.
Esther Santiago
Descarnado poema en prosa que nos hace evocar sensaciones en las que no queremos caer.
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