Atardeceres Me gusta colocar la yema de mi índice junto a la comisura de tu boca, sentir cómo respiras, profundo, en ese instante; notar el calor de tu aliento, la humedad en tus labios que hambrientos imitan morder mi dedo. Pronto, tu traviesa lengua, quiere jugar acariciando la piel hasta llegar a la uña y es en ese instante en el que los caninos atrapan al intruso, tal y como tú me atrapaste dentro de tu corazón, sin intención de soltarme. Y no lo hagas. Inma Flores