Manifiesto por Mi Derecho A Mar

- Estoy enamorada del mar y desde el comienzo del verano mantengo relaciones con él.
- Dos hechos lo confirman: He saboreado la piel del océano con la mirada apretando mis pupilas contra su cuerpo al escuchar el tronar de las olas y he muerto extasiada envuelta en las aguas desgajadas por el viento.
- Si amar es lanzarse al abismo del otro sin miramientos, no debemos ser segregados del privilegiado círculo de los recién enamorados.
- ¿Por qué debo enfrentarme a ese sentido común que reduce mi pasión a metáfora, a mero recurso formal, incapaz en sus giros de permitir respirar a este cuerpo ansioso de salitre, de pleamar y bajamar?
- Nadie me cree porque es difícil mirar como yo miro. He discutido con muchos intolerantes que han recriminado violentamente mi derecho a echarlos de nuestro lecho.
- Muchos de los que se acercan a la orilla sólo ven, y se emocionan con desmesura por fenómenos menores como una puesta de sol o la blancura de la espuma de las olas. ¡Con qué ingenuidad, pobres criaturas, creen que están cerca de él!
- No elegiré la trágica solución a la que otras como yo han optado, cansadas de luchar contra una sociedad cerrada, que, cegada por órganos y formas humanas, consiguió encarcelarlas, pobres mártires, en una cara, una nariz, un pecho humano como consuelo a su natural derecho.
- Yo no voy a desaparecer bajo la cambiante piel de mi amado.
- Quiero a mi mar ajeno, fuera, para poder acercarme y asombrarme de su poder.
- Para abrazar a mi amado o arrinconarme en su orilla, no puede haber NADA que oculte su horizonte.
- Me niego a respirar un paisaje restregado contra cuerpos que estropean con sus torpes movimientos nuestra intimidad.
- Soy víctima de la ignorancia y con pena me haré cargo de los transeúntes en el límite de la tierra que toca su cuerpo.
- La indiferencia debe pagarse con más indiferencia.
- Lucharé por nuestro amor aunque la Humanidad se empeñe en usurpar momentos excelsos, inalcanzables para la sensibilidad mediocre que tristemente habita en la mayoría de los de nuestra especie.
- Si realmente no saben ejercer su derecho a mar lo más adecuado es que regresen a su mundo seco y polvoriento, evitando que sus huellas mancillen nuestra orilla.
- Eviten situaciones de riesgo. Aléjense de las costas.
- Nadie podrá arrebatarme Mi Derecho a Mar.
Facebook: Eva Cubas