El final de la senda
A veces el camino, en la distancia, parece fácilmente transitable. Lo comienzas desde joven, entre prados junto a lagos o afluentes, o en la playa divertida donde mojar tus pies.
A medida que avanzas el sendero observas muchas curvas, que hacen que el llegar hacia la meta se vaya postergando, y de repente aparece una piedra, al borde del camino, donde sentarse, o agua que brota de entre la vegetación donde puedes refrescarte, o incluso disfrutar de un complaciente baño. También están las frondas, donde nos quedamos, confortablemente a disfrutar el instante, y llegado el momento tenemos que volver a partir.
A medida que se avanza el camino, al mirar atrás, vemos lo lejos que hemos llegado, pero no hemos de olvidar hacia donde vamos.
¿Cuándo comienzan los acantilados, las zonas de difícil tránsito? Al llegar a una edad igual es necesario que vayamos solos, y dependerá de las herramientas que tengamos podremos llegar más lejos, o sencillamente debamos sentarnos a disfrutar de las puestas de sol.
Quizás, ahora que comienzo a ver de cerca la senda de mi vejez decida sentarme, disfrutar las vistas, e incluso de las personas que también deciden vivir esta parte de la vida en sintonía.