Tiempo que se fue

Desanima el tiempo que transcurre
entre un día y otro, y otro, y otro más…
Días entrelazados que se pierden
como el paisaje en una mañana de neblina.
Sientes que el tiempo se para, 
pero el paisaje sigue avanzando
lentamente, como si estuvieses en un tren
tumbado sobre una litera, escuchando ruido, 
el ruido del propio tren, de los pasajeros 
que pasean junto a tu puerta.
Sientes el aroma a café, el bullicio de unos niños
que no paran de corretear y jugar, 
alguien que toca en alguna puerta
como si estuviese perdido en la búsqueda del amigo,
y de cuando en cuando notas que llega a una estación
por la apertura de las puertas, 
gente que sube y baja, gente que saluda,
gente con prisa, gente que busca dónde ubicarse.
Sigues tumbado en la litera,
libro en mano, abierto, apoyado boca abajo
sobre tu ombligo, subiendo y bajando lentamente
al ritmo de tu respiración.
Te das cuenta de que han pasado las horas
y no has leído nada, tampoco miraste por el cristal
ni conociste a alguien nuevo, 
siquiera observarlo para, quizás, convertirlo en personaje
de esa novela que de momento está encerrada en tu imaginación.
Pasó la mañana, el medio día, la tarde…
y no ha pasado nada, no he tomado ni un apunte.
El tiempo que transcurre, desanima.


Inma Flores