Maruja Salgado – Otra oportunidad

Otra oportunidad

Mi primer día en este nuevo emplazamiento amaneció luminoso. Una especie de qué feliz soy irradiaba desde el ombligo y, al tiempo que iba llenando todo mi cuerpo, le otorgaba una liviandad desconocida, o tal vez olvidada. De repente me percaté de la causa: el dolor había desaparecido. Aquel perro que mordía mi estómago sin tregua, se había transformado en un recuerdo cada vez más difuso. Mis articulaciones, rígidas e inútiles, funcionaban a las mil maravillas. Pensé que al fin había dado con un clima propicio para la artrosis. Hasta el cerebro se desentumeció e inició un bombardeo de ideas que se transformaron en poemas inspirados, simbólicos y hermosos o en interesantes relatos, según mi voluntad.

Quise recordar entonces el porqué del traslado a este lugar estupendo y llegaron con nitidez a mi mente unas palabras: Desconéctela ya, doctor. No quiero que siga sufriendo.

Maruja Salgado

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