LA LUZ DEL FARO
Hacía poco tiempo que vivía en aquel pueblo marinero, dejando atrás las montañas del interior de la región.
Por las noches se asomaba a la ventana para descubrir quién se escondía tras la luz parpadeante que giraba hasta el amanecer. Su imaginación volaba… “Era un enamorado que le guiñaba el ojo y la saludaba, haciendo que su corazón se agitara”.
Una mañana en el mercado escuchó hablar del faro, esa luz que la intrigaba, y descubrió que el faro guiaba a los pescadores para poder regresar a tierra con sus barcas. Desde entonces soñaba casarse con un hombre de mar.
Margarita Ojeda García