Por el centenario de la muerte de Alonso Quesada….

D.Rafael Romero Quesada.

Pase y siéntese.

Oigo demasiados pasos, viene alguien con usted.
-Sí un tal Alonso Quesada y cuatro o cinco figuras más.
Lo dicho pero hay una sola silla, los demás de pie.
Bueno, tiene usted algo que declarar de la Generación de los tres.
Localice a Máximo Manso. Avíseme, si lo ve.
Lo que comparten los amigos, seudónimo fuimos, escriba, punto y aparte.

Declaro el delito de ser jornalero de letras, sembrando todos los géneros, con no más abono que la amargura existencial y la ironía que tocaba ponerle, como disfraz a la vida.
En el zurco de la poesía, dejé caer semillas de simbolismo tardío, intimidad y reflexiones.
Pero la huerta más grande es para mí prosa teatral, con los personajes típicos del entorno, sin nombre, colectivos o simbólicos como mis doce fantasmas en mi Umbría, dieciocho.
Perdone que bostece, «el lino de los sueños»
Gracias NA (por la portada) hile con el silencio de la noche unos versos, cuando el cuerpo te invita a dormir, pero no puedes.
Con la idiosincrasia de ser isleño, creando belleza desde la tragedia, manteniendo el rumbo de la familia, rodeados del mar para que no se ahoguen nuestros sentimientos.
Porque aquí se quedan los paisajes y es el hombre el que se marcha
Pues sí, Tenerife, Alcoy y Madrid, más donde quisieran llegar mis letras.
Mezclado con lo rimbombante y la exigente puntualidad, entre lo francés e inglés del mundo comercial que vivía, Las Palmas de Gran Canaria en mi época.
Cogeré el tranvía, escucharé las conversaciones del pueblo entre viaje y viaje, me sentaré en la recepción del Hotel Metropol con Ciudad Jardín naciendo a su alrededor.
Con esto de que la vida es puro teatro, no me gusta la palabra, mejor el topónimo personaje, prefiero figuras. Así las muevo en el tablero, a mi antojo.
Dicen que estuve a la sombra de TM, simplemente fuimos modernistas defendiendo lo canario por encima de las estelas que dibuja el inquieto mar.
Hasta una librería me atreví a poner en Triana, pero cerró, cosas del destino cierto.
Cómo olvidar jamás al Galeote y menos a los doce, los viajes a Agaete, digamos en la tartana de Tomás Morales, pero llegábamos, bendito juego intelectual las estampas, como escondite el escenario del Huerto de Las Flores.
Nada como un libro, entra en el alma y se cobija para siempre.
Siento la humedad nocturna del Paseo de los Poetas, sentado a mis anchas, cómodo, bien acompañado.
El rocío del salitre nos recuerda que los tres hemos » buceado» juntos , nadando entre versos, sacando a la orilla poemas marítimos.
Dicen que mi Umbría fue película corta, pero lo fue. Gracias Pepe Dámaso. ¡Qué más escenario que la casa colonial inglesa de la finca de Las Longueras en el Valle!

Agaete, aquí estaremos, siempre.

Mirando al mar, de frente.

Disfrutando con el juego
de los colores del ocaso.
Balcón al Teide.

Reinará el silencio de la noche.
Aprovecharemos nuestra tertulia.

Una pena, hay quien pasa. Miran
pero no saben quiénes somos,
qué hacemos subidos en esta Atalaya.

No importa, el mar y/o nosotros
¿somos acaso un Espejismo Literario?

Seremos eternamente Máximo Manso.

Tres marineros en tierra,
fareros todo el año.
Vigilaremos, desde esta orilla,
que no se estrelle
la literatura canaria.

Oh mar, oh mar…

ORAUSNEM

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