Justicia ciega, Corazón firme

Luché con el alma, con fuego y con fe
por un hijo que es mi mundo, mi luz, mi porqué.
Di cada latido, cada anhelo y sudor,
pero el juicio ya estaba marcado en error.

Palabras torcidas, mentiras sembradas,
de bocas que nunca quisieron su calma.
Una mano de hierro dictó la condena,
sin ver que el alma del niño se quiebra.

No fue la verdad la que habló en la sala,
fue el eco de mentiras, de sombras y trampas.
Y yo, que sostuve su vida en mis manos,
ahora me dejan con muros y clavos.

Mas no me doblego, ni bajo la frente,
porque un padre que ama jamás se detiene.
Buscaré los medios, los días y el pan,
aunque el peso me quiebre, lo voy a lograr.

Que el oro no compre lo que es verdadero,
que el tiempo revele lo injusto y lo incierto.
Porque el amor no se firma en papeles,
se graba en la piel, en sangre y en mente.

Que callen los jueces, que hablen los años,
que el niño recuerde quién estuvo a su lado.
Y aunque hoy la balanza no pese equitativa,
seguiré en la lucha… con el alma encendida.

José Vidal Bolaños