Lancé una moneda
Había que decidirlo y lancé una moneda siete veces. Seis caras solemnes y respetables me lo advirtieron. La séptima, al fin, fue una cruz caprichosa y remolona que marcó mi decisión. Hoy todavía cargo esa cruz, maldigo el azar y la suerte, y, sobre todo, lo tramposa que siempre he sido.