Alegato del fuego
Indómita es la esencia que me habita
-Hefesto regenta mi áurico poder-.
Desde el corazón de la Tierra,
mi sangre ruge, presa de la ira.
Bestia inmunda, vomito hiel
y, enajenado, arraso sin piedad
la más feliz de las primaveras
¡Manantial del infierno, eso soy!
Mas, cedí a tus empeños y fui aliado.
Mi vigor, que sostuvo la Fragua de Vulcano,
participó al albur de tu gloria…
estuvo presto en el alma de la espada;
en el paso firme y veloz de tu montura;
en el benévolo crepitar de la lumbre, ¡ah, el hogar!
Sin embargo, en esta hora infame,
donde esgrimes tu pálido poder
-admite que me temes-,
te recuerdo: palpito tus latidos.
Lo sabes. Moro en ti.
Viajo por el caudal hirviente de tus venas
tras el afán presuntuoso de tus cuitas
bordeando los márgenes de tu propia vanidad.
Y como quiera que pretendes sentenciarme,
te conmino:
Exijo para mí la voz de los ajusticiados,
aquellos que, injustamente, perecieron
entre los leños de una hoguera.
De todas esas veces en las que fui verdugo
bajo tu voluntad,
yo, me declaro inocente.
Loli Pérez (Lola May)
Comparte palabrayverso.com