MARÍA, EL DESPERTAR
Su canto y su risa al bajar la escalera me descubren lo novedoso de cada mañana. Es alegre y divertida; despierta, viva… Como única condición: el abrigo de su madre y el calor de la teta que sabe a ternura y a protección. Con la dosis suficiente abre los ojos, expectante…, y se bebe el día y lo presenta ante mí a través de su mirada nueva. Su pureza me mantiene atenta aflorando en mí una inocencia olvidada. Ella me revela un mundo desconocido cada instante: tiene el poder de empujarme, sin que lo sepa, al amor más hondo.