Isabel Santervaz – Graciela

GRACIELA

Salí de casa con Teddy. Cogidos de la mano recorríamos las calles en su búsqueda. En cada escaparate de juguetes nos deteníamos con una sonrisa de esperanza que pronto se rompería al comprobar que, entre todas las muñecas, mi preciosa Graciela no se encontraba. ¿Por qué se había ido?
Teddy se cansó pronto, tuve que cogerlo en brazos. Por la tarde, estábamos agotados los dos, y a Teddy se le cerraban los ojos. Le susurré al oído que no podíamos volver a casa sin mi muñeca, y rompimos a llorar.
Oscurecía, teníamos miedo, hambre y frío y no queríamos dormir en la calle. Caminamos sin rumbo y llegamos a otra juguetería que aún estaba abierta. Se me ocurrió que allí podíamos pasar la noche, escondidos entre los juguetes.
No tardó en llegar la mañana. Todo se llenó de luz. Quise tomar a Teddy de la mano y marcharnos, pero no podía moverme. Lo miré entre mis pestañas. Estaba inmóvil, como yo, junto a un tren eléctrico. Intenté gritar. No tenía voz, alguien me la había robado. Miré a la calle a través del escaparate. Al otro lado, una niña, con un peluche bajo el brazo, nos observaba, señalándonos con el dedo. Mis ojos quedaron presos en su cara. ¡Era la viva imagen de Graciela!

Isabel Santervaz

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