FOTO-RELATO Imágenes

Imágenes

Aquel día amaneció lluvioso. El olor a tierra mojada envolvía el regalo del amanecer.

Se levantó presuroso. Preparó su café. Se aseó. Se vistió y cogió su maletín.

Observó ya en la estación a las personas que como él esperaban el tren y que se habían convertido en parte de su familia: una mujer menuda con uniforme de limpieza, un estudiante con planes de futuro, unos ancianos asidos de las manos… y una joven junto a un niño.

En cada uno de ellos detuvo su mirada mientras otros bajaban y subían hasta la estación en la que descendería para llegar hasta su gris oficina.

Imaginó sus posibles vidas: la de la mujer con bata de limpieza, madrugando para dar a sus hijos un mejor futuro que el suyo; la del joven que ansiaba poder enseñar a su viejo abuelo a leer y a escribir; la de los enamorados ancianos que se habían jurado amor eterno y en cuyos estómagos aún bailaban mariposas cada vez que sus miradas se encontraban; y la de la joven que cuidaba de un niño que era su hijo, aunque todos pensasen que era su hermano menor.

Algo tenían en común cada una de esas imágenes: el amor – pensó-. El amor hacia los demás que se reflejaba en el brillo de sus ojos.

Y mirando a cada uno de ellos llegó a su parada y bajó del tren como cada día, pero con una sonrisa de satisfacción: las imágenes que había observado habían hecho que en su corazón, como el día que comenzaba, saliera el sol.

Carmen Quesada

Deja un comentario