Kike Quintana – Me dieron la fiesta

Me dieron la fiesta

Tras varios juegos a perseguirnos por la casa y una larga ducha juntos con varios episodios de sexo rápido y apresurado, la nena recuperó su vida.

Se vistió sencilla y bonita. Ajustados jeans celestes dentro de las botas británicas, camiseta ceñida de manga larga con cuello en botones y gruesa bufanda de lana; los guantes y gorro de color a juego se entreveían de los bolsillos del abrigo marrón de cinturón cruzado, que descansaba sobre una de las sillas que nos rodeaban en la crepería a la que fuimos para comer algo antes de su clase.

A nuestra derecha había una nevera con sandwiches y batidos embalados. Una minita manoseaba el producto, echando de vez en cuando miradas alrededor.

– ¿Lo habés pasado bien?- mi amiga me miraba curiosa entre un crèp de frutas y chocolate.

– Buahh… me he aburrido bastante – dije circunstancial.

Ella abrió mucho los ojos y me lanzó una servilleta a la cara. – Pasás de un encanto a repelente en un segundo…- se quejó – ¡Qué bárbaro! Sos odioso…

Yo reí entre mi crèp de frutas sin chocolate. La adolescente seguía indecisa frente al frigorífico, recabando nuestra atención.

– La pasé genial, la compañía era macanuda…- le sonreí – ¿No se notó?

– Bueno…y este.. no sé…y no te conosco aún…

– Pos apresurate, – le tomé la muñeca y miré su reloj de colorines – saldré corriendo y perderé una bota antes de las 12…

– Yo me iré a clase antes, sonso – dijo entre risas.

La púber, tras otear de nuevo, finalmente tomó un panini frío y se guardó un zumo en el interior de su abrigo. Mi compañera me miró morbosa.

– ¿No vas a haser nada?

– ¿Y qué querés, niña, un paso de baile…? Ha sido descuidada -señalé al techo – hay cámaras.

– Representás la ley, patrón…ándate y laburá el salario que te pagamos…- me señaló a la quinceañera, que hacía cola frente a la caja.

– ¿Y querés que lo haga ocupándome de una travesura infantil?

– Disen que Al Capone empezó así…

– ¿Vos no robás nunca?

– A veces el bote de desodorante – miró a un lado pensativa – y alguna lata de salmón…

– ¿Entonces te detengo también a vos?

– Mucho de lo que me hisiste anoche se considera castigo y también delito…- rio.

La chica pagó el bocadillo y cuando recogía el cambio, un treintañero de uniforme salió agresivo de una oficina interior.

– Y ahora me acompañás dentro a esperar a la cana…- le dijo tomándole de un brazo.

– ¡Pero qué hasés, viejo guarro! ¡Apartá las manos!- la muchacha se zafó bruscamente.

– Sacá el sumo del abrigo o te lo saco shó – el tipo volvió agarrarla, todo el café miraba el forcejeo, Magaly me miraba a mí. El dependiente pidió al pibe del mostrador que llamara a la policía, pero él no se decidía, la mina luchaba y terminó por comenzar a patearle las espinillas, él le atrapó la cara fuertemente. Magaly seguía mirándome sarcástica y yo me levanté mascullando palabrotas. ¿Por qué no me dejaban descansar? ¡Mundo…recordá que me dieron fiesta!

Me acerqué lentamente a la escena, enseñando mi placa por segunda vez en 2 días. El tipo me miró mal; supongo que mis pintas le sugirieron que yo le ayudaría a ella, pero realmente eso era lo que yo iba a hacer. Al ver la placa se sorprendió, se relajó un poco pero no la soltó.

– Grasias, agente. Te vas a la cana, tarada.

– ¿A ver quién va? – le solté malhumorado – Sacate las sarpas, jefe, que es una menor – luego a ella – Y vos pagá la pecunia y al cole…

– ¿De qué…? Shó no afané nada – la nena era desafiante – Además no me queda plata – la miré: los mocasines cuadrados, la pollera mini, los leotardos, el polo desabrochado…todo de marca internacional, no otorgó nada a la producción patria.

– ¡Tiene que detenerla y dar escarmiento, agente…, tengo enfrente colegio privado, oiga, y los hijos de abogados y médicos se me vienen a rapiñear día seguido!

– ¿Pues por qué no contribuye y los educa, compay? La revolusión aún sigue y somos todos…- me han cambiado el humor, así que los dos me van aguantar ahora mi sarcasmo lisongero.

– Si no ayuda aún llamo a la sentral…puedo haser una queja…- el tipo volvió a afilar las cejas. Miré con odio a Magaly, que hacía burla simulando no perder atención y comer palomitas.

– De acuerdo, maestro…Lisensia del local y permiso de restaurasión, contrato de laburo y carné de manipulasión de alimentoh de todos los asalariadoh – el tipo palideció – Y rapidito…que me coge frío…

– ¿Tiene orden judisial, mi amigo? – contraatacó. Yo le acerqué mi documentación señalando las siglas PJ (Permiso Judicial); significa que no hay que pasar por un juez para cualquier investigación. Algunos cuerpos lo obtienen para investigaciones especiales. Los de la CRIME lo tenemos siempre de fábrica en la chapa, y a veces nos facilita evitar identificar nuestra pertenencia.

– Este… señor agente…compañero…usté es el espesialista aquí…- disculpante daba más grima – Desidalo usté la resolusión…

– Bob Marley hablaría así…- asentí y miré a la nena – ¿Minita…?

– Yo sólo quiero irme…- entornó los ojos en una expresión tan falsa como dulce. Eso le valdría seguro desde los 12 con sus papasitos, los docentes y los compis del insti, pero aquí estaba un agente de la ley.

– Esperame en la puerta, lindura, que platicamos…- y ahora al currante – Usté me pone el sumo en mi cuenta – el tipo afirmó y se perdió de nuevo al despacho, tras hacerle una seña al cafetero. Oí la puerta abrirse, la muchacha ya tenía un pie fuera – Soy corredor, pavita, pero como me hagas sudar te juro que te encano…- ella cerró de nuevo malhumorada. Miré a la mesa. Magaly fingía aplaudir con aprobación y mi capuccino ya no humeaba…cabrones… Saqué a la ladrona fuera.

– ¿Es que los papás no te dan gallina a vos? ¿Qué edad tenés?

– 17 .

– ¿Meses…? Sólo tengo que cogerte la sédula de identidad…

– Me tocás y perdés las greñas, atorante…aun con 17 soy menor.

– ¿Te enseño las letritas de nuevo? El PJ lo aprendiste en Historia Nasional. Te desnudo aquí al fresco no más y mis colegas resién me aplauden cuando vengan a recogerte…

Frunció el ceño – 15 y medio.

– Y medio serebro tenés vos por andá jugando a estas pendejadas… ¿Sabés que la ropa que llevás representan el salario del mes del tipo…?- como si le hablara de latín – Andá y tirá pa casa…y olvidate del local medio año – se echó andar chulita, a los tres metros se volvió.

– Eres muy lindo y vestís chévere, pero hablás caduco vos – me miró con descaro – y nesesitás una novia con las lolas más grandes…- se alejó entre la gente contenta de continuar siendo perdonavidas.

Cuando volví a la mesa Magaly se levantó y se me echó al cuello ante las miradas de todos.

– Sos un sol…re-útil y efectivo – y salvaste a la minita…

– ¿Querés saber lo que dijo de vos…

Kike Quintana

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