TE RECOMENDAMOS… Antes de que me olvide, de Teresa Ojeda

Antes de que me olvide, de Teresa Ojeda

Una reseña de Josefa Molina

La obra que les traigo hoy a esta sección es muy singular. Se trata del libro titulado ‘Antes de que me olvide’ (Edigeca, 2023), última publicada hasta la fecha por la escritora natural de Gáldar y compañera de la Asociación de Escritoras y Escritores Palabra y Verso, Teresa Ojeda.

En esta nueva producción, Ojeda desgrana la historia de su abuela materna, Merceditas, a través de la narración en primera persona de la protagonista, quien nos lleva de la mano por su historia personal haciendo un recorrido desde la infancia hasta su fallecimiento en la ciudad del norte de Gran Canaria, a la par que nos va presentando un conjunto de temas relativos a cómo era la vida de las mujeres de su época, que me gustaría ir abordando a lo largo de esta reseña.

Comencemos por el título: ‘Antes de que me olvide’. Desde el propio título, nuestra autora alude a un elemento que a todas las personas nos aterroriza: el olvido, no solo de la memoria individual sino también al olvido como colectivo social, como el olvido que se ha mantenido históricamente de la mitad de la humanidad, las mujeres.

De esta forma, Ojeda ha llevado a cabo un necesario ejercicio personal y familiar al ficcionar la vida de su abuela materna, Merceditas, recuperando la palabra de las mujeres de una determinada época en la historia de Canarias y de España. Dándoles voz. Acabando con su silencio. Nombrándolas, no solo para ella sino también para el resto de su familia, y sobre todo, para su madre, sus hermanas e hijas.

En la obra nos encontramos con una protagonista, Merceditas, que está deseosa de contar su vida antes de que pierda la memoria. Nos muestra una existencia marcada por el peso de la cultura patriarcal de la época histórica en la que le tocó vivir, un mundo en el que a las mujeres poco o nada se les permitía opinar o hacer.

Estamos hablando de una época en la que la mujer estaba presa de la institución de la familia donde también, por supuesto, existían dos mundos y dos destinos contrapuestos que quedaban determinados en función del sexo en el mismo momento del nacimiento.

En ‘Antes de que me olvide’ también el paso del tiempo se intenta ‘frenar’ a través del testimonio escrito de la experiencia de vida de su abuela materna que la propia autora realiza haciendo una traslación a la experiencia de vida de toda su familia y de ella misma.

Hay que destacar la importancia de la casa en la que Merceditas pasó su infancia y fue feliz, donde nacieron sus cuatro hijos, y donde durante tanto años esperó a un hombre al que apenas conoció, con el que se comprometió y del que creyó estar enamorada.

Aquí es crucial también el elemento de relación con el espacio propio y privado de la protagonista, centrada en la casona ubicada al inicio de la calle Santiago, un espacio que se sitúa como referente de toda una vida, no solo la propia sino de toda la saga familiar, destacando la importancia de un espacio físico que ancla a la familia a un territorio determinado como es Gáldar, Gran Canaria.

Por tanto, el hogar de la niñez, la casa de la familia, como espacio seguro, certero, un espacio que se contrapone a un espacio lejano, incierto, desconocido, en este caso el situado en la isla de Cuba, (otra isla por cierto, por lo que se establece un diálogo entre islas como espacio de diálogo también presente en la obra) como espacio no seguro, inhóspito, al que la protagonista se niega a ir sola.

Otro de los temas que me gustaría subrayar es el tratamiento del cuerpo y el deseo de la protagonista. Históricamente, en el ámbito cultural y social, el cuerpo femenino se consideraba inferior al masculino, deficiente intelectual y moralmente, y por ello, debía de estar subordinado al del hombre. Su deseo sexual y su cuerpo se encontraba controlado y sometidos a los cánones sociales y culturales de la época.

Volvemos pues a la clasificación de la relación entre los géneros en universos dicotómicos enfrentados: pasión sexual, actividad y razón, como rasgos definitorios del hombre y ternura maternal, sin deseo sexual y pasividad-sentimiento, como los de la mujer.

A ello está unido, a su vez, otro tema marcado por el peso de la cultura patriarcal como es el guardar la ‘honradez’ de la mujer, lo que viene emparejado con castigo social, al qué dirán, si no se guarda.

Temía que él estuviera enojado, que hubiera creído que yo lo había traicionado vilmente, alevosamente; que pensase que entre Alfonso y yo existía algo más de lo que le había contado. Eso me asustaba. Yo había sido educada en una buena casa cristiana, dentro de unos conceptos estrictos basados en la moralidad y en la decencia, además de saber que, la palabra dada es inquebrantable. Sucediera lo que sucediera entre nosotros, quería que mi novio supiera que durante todos los años de ausencia, que eran muchos —ya mi anciana cabeza se niega a sacar cuentas—, siempre le había sido fiel. Bueno… A veces mi alocada inexperiencia, mis entrañas de mujer henchida de vida, deseosa de conocer los goces del amor, me hacían soñar sueños imposibles y amanecía sudorosa y asustada por mi atrevimiento, pero nadie puede atar los sueños; ellos son libres y nos muestran situaciones que no podemos controlar. Sin embargo, estando despierta, era un dechado de virtudes. Lo prometo.

Y por último, otro de los temas que Teresa Ojeda incluye en esta obra y que me parece de gran interés porque refleja una realidad social de toda una generación de mujeres canarias. Me estoy refiriendo a las viudas o mujeres ‘blancas’, aquellas que se quedaron esperando durante años en las Islas al regreso de sus hombres, novios, hijos, padres… que habían emigrado para hacer las Américas. Muchas no eran ni viudas ni solteras pero tampoco eran mujeres libres, con toda la carga social y de prejuicios que eso encerraba, y toda la problemática que ello suponía para rehacer sus vidas o simplemente, para trabajar y sacar adelante a sus familias. La emigración, cuando la ausencia de los cabezas de familia era demasiado larga en el tiempo o definitiva, dio lugar a lo que en Canarias se denominó las “viudas blancas”.

De hecho, el migratorio sería uno de los motivos más frecuentes que propiciaron la soledad de las mujeres casadas. Ellas son una realidad en la historia de Canarias en la Edad Moderna y Contemporánea, su estatus social queda en la más terrible indefinición: no son viudas porque no se puede constatar la muerte de sus esposos; no son solteras porque se conoce el vínculo matrimonial, que ellas mismas exhiben cuando lo precisan, y es que están casadas, por tanto, con todos los inconvenientes -y no las ventajas- del matrimonio.

En el fondo todas éramos lo mismo; mujeres detenidas en el tiempo, mientras los hombres se movían por el mundo a su antojo.

Para ir ya concluyendo, creo que estamos ante la obra más madura, literariamente hablando, de Teresa Ojeda, una autora que se ha atrevido a ficcionar la vida de su abuela, fallecida rozando casi un siglo de edad, no solo como un reconocimiento y homenaje a la misma, sino como un reconocimiento y homenaje a todas las mujeres de una época concreta en nuestro país.

En este sentido, creo que con esta novela, Teresa Ojeda no solo nos deja un testimonio, a través de la autoficción, sobre su propia familia, sino también sobre el terrible peso del sistema patriarcal sobre las mujeres. Un excelente motivo para adentrarse sin demora en la lectura de esta novela de Ojeda.

Josefa Molina

Un comentario

  1. Coincido con tu valoración de esta novela. Qué fuertes hemos sido las mujeres para llegar a donde estamos contra viento y marea! Teresa Ojeda lo refleja muy bien en esta novela que está salpicada de bellos recursos literarios, giros de nuestra habla y algún punto del realismo mágico al que Teresa nos tiene acostumbradas

    Me gusta

Deja un comentario