Permafrost, de Eva Baltasar
Una reseña de Maruja Salgado
Eva Baltasar (Barcelona 1978) licenciada en pedagogía, cultiva los géneros de poesía y narrativa. Comenzó su trayectoria literaria como poeta en el año 2008 con el título Laia, por el que obtuvo el premio Miguel de Palol. A este le siguieron bastantes poemarios más con numerosos premios. El libro que nos ocupa, Permafrost, escrito en 2018, supone su inicio en la narrativa, por él obtuvo el premio Libreter y es el primero de la trilogía Cuerpo Salvaje. El segundo título Boulder, obtuvo en el 2020 el premio Òmnium a la Mejor Novela del Año. El tercer título es Mamut, del 2022.
Les confieso que durante los primeros capítulos, son pequeños, a manera de relatos encadenados, estuve a punto de tirar la toalla. Aunque el lenguaje es bellísimo, plagado de imágenes literarias en las que destacan unas comparaciones de lo más creativas, me suele gustar que aparezca pronto un argumento que enganche y este tardó en desvelarse. Seguí leyendo, afortunadamente, porque se trataba de un título a comentar en el Club de lectura y yo, aunque para otras cosas no, para las decisiones tomadas colectivamente, soy muy disciplinada. Entonces fue mejorando y me percaté de que la historia, escrita como digo de forma magistral, iba sobre una mujer joven que hablaba en primera persona. Ya en su etapa de estudiante, ya adulta, indistintamente.
El significado de la palabra permafrost, que da título al libro, define a esta muchacha aislada en su mundo interior, con una capa endurecida que no permite dejar salir sus sentimientos, ni acoger los de las personas con quienes se relaciona. La verdad es que ni la forma de comportarse de su madre, ni la de su hermana, tal como las presenta la autora: la primera superficial y medicada psicológicamente, y la madre controladora y centrada en su salud casi de forma hipocondriaca, ayudan a que la protagonista se libre de sus propias obsesiones. La primera de ellas la muerte, por la que siente una inclinación suicida que la hace imaginar diferentes formas de conseguir su propósito. La segunda, la fuerte atracción que siente por las mujeres y que la lleva a tener sucesivas amantes pues, aunque disfruta en gran manera con el sexo, la dura coraza que la envuelve impide que se entregue totalmente al amor. Permafrost es una novela en la que el goce del cuerpo está tan presente como el malestar de la mente que te empuja a abandonar la vida. Eros y Thanatos; la pulsión de vida y la de muerte enfrentadas, dejan exhausta a la protagonista. Una lucha en la que tal vez solo la ternura sea la clave que permita rajar al fin el permafrost.
Conecta con la vida a través de una hermana que está embarazada y posteriormente será esa sobrina
Permafrost encabeza un tríptico donde la autora explora en primera persona la voz de tres mujeres distintas que viven las contradicciones propias de su tiempo.
