La mitad de un credo, de Emilio González Déniz
Una reseña de Pepa Marrero
La primera edición fue en 1989 y la segunda, con motivo del aniversario de la ejecución del protagonista, en 2009.
Es una novela corta cuya lectura me recordó en todo momento a la novela del reconocido escritor Gabriel García Marques “Crónica de una muerte anunciada”.
LA MITAD DE UN CREDO es el relato de una historia bastante conocida que comienza en un juzgado donde el condenado a muerte va dejando constancia de sus últimas voluntades. A pesar de narrar un acontecimiento del que sabemos el final desde el principio de la novela, Emilio González Déniz tiene la habilidad de crear la incertidumbre, la duda y la curiosidad hasta el final de la misma.
También me resulta admirable el manejo de las técnicas narrativas que usa para mezclar ficción con realidad. Tanto es así que me ha tenido buscando información para saber qué es realidad y que no lo es.
La historia que cuenta Emilio ocurrió aquí, en Gran Canaria. Es un acontecimiento real recubierto de leyenda. Es un episodio de la memoria histórica y acontece entre dos ciudades que el autor llama Malpaís y Bardinia aunque fue, lamentablemente, algo que ocurrió durante la etapa del franquismo por todo el territorio español.
Juan Buganvilla, nombre que Emilio da al protagonista de esta novela ficcionada, fue ejecutado el 19 de octubre de 1959 a pesar de contar con muchos defensores de su inocencia. A pesar no estar claro que él hubiera cometido los delitos que se le atribuyeron.
La mitad de un credo es una de tantas historias en las que la verdad se la llevan los protagonistas, y no sólo de la novela.
Me parece una versión muy bien narrada de un acontecimiento cercano en cuanto al lugar y, aunque todo ocurrió en el siglo XX, tampoco queda tan lejos en cuanto al tiempo.
Desde mi punto de vista es una lectura muy recomendable por la historia que cuenta, porque es necesario conocer las memorias de nuestra gente y porque, probablemente, todo acontecimiento contiene su parte de leyenda y su dosis de realidad. También me parece interesante decir que es una obra que puede llegar muy bien a los jóvenes y que da para pensar en muchos temas. Así que que les dejo estas últimas palabras que me conmovieron “He venido a ver morir a un criminal y he visto morir a un hombre” y les invito a una deliciosa e interesante lectura.

Sí, estoy contigo; creo que estos episodios de nuestra historia, además, como en esta ocasión, cercana en el tiempo y en el espacio, deben ser conocidos por las nuevas generaciones. Buena tu reseña, Pepa.
Maruja Salgado
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