Metáfora de la mente
Si los mitos pudieran hacer que el mar
escuchara la voz del caracol,
el oleaje del Atlántico traería
el romance del Argonauta embelesado...
Cuando las gaviotas
pintan de rojo en la ría,
la brisa trae el canto de la sirena,
como Cupido.
La luna brillante
en el espejo de agua
parecerá artificial,
cambiará con el sol poniente,
la fina arena de la alcoba
y las constelaciones
se esconderán disfrazadas
para los amantes.
Las palmeras promueven orgasmos sudorosos.
Cuando la noche atraca
en los muelles de la quimera,
no puede haber un coito perfecto
sin la complicidad de la cabaña.
Mientras la playa siga siendo un lecho de amor,
¿quién podrá negar que el océano
sea el resultado
de la secuela líquida de lo idílico?
José Vidal Bolaños
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