A las estrellas
Cuando la pena me agosta
como prado reseco,
alejando de mí el festivo ánimo,
apagado el día,
- el sol al otro lado, oculto tras el giro terrestre-;
cuando la luna es del firmamento dueña…
me asomo a contemplar las estrellas.
Mientras observo su lejano titilar,
la noche, asperjando su gracia mística,
alivia y restaura la paz del espíritu.
Esta, en su inmensidad azul, sitúa mi pequeñez
y, cual Oráculo a Frigias,
me brinda la Puerta del Este.
Pero, en esa hora,
no está presente la Ciencia
y me falta el recuerdo agradecido
a aquellos que, en desvelo,
escrutaron la bóveda celeste.
Oh, Ptolomeo, Corpénico, Galileo,
Giordano Bruno, Kepler…
¡Perdónenme!
Loli Pérez
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