Perfume de almendras

Entra y le da un beso en la mejilla. Le invade el perfume de almendras que Airán lleva en su chaqueta. Seguro que me engaña, piensa, sin mirarlo, concentrado en la pantalla del portátil. Ese aroma nunca lo había sentido. Él va todo el día en el patrullero con sus compañeros policías y yo, aquí, con mis traducciones, sin salir de casa. Me traiciona, piensa.

Airán sale de la ducha. Envuelto en la toalla, se acerca por detrás de la butaca y, abrazándole, le dice:

–Ocupado como siempre en tu trabajo, no te has acordado, hace dos años que nos casamos. He comprado un aceite de almendras. Tiene un aroma tan persistente que he tenido que darme una ducha para quitármelo. Esta noche te haré un buen masaje para celebrar el aniversario. Te quiero, Jonay.

Rubén Mettini