A mi madre

No sé quién eres, madre
te creé a mi capricho 
juntando palabras perfectas,
las que se dicen de los muertos.
Reuniendo sonrisas
congeladas en blanco y negro, 
y miradas que traspasan los años
aunque sean ya más de setenta.
Te creé a mi capricho, madre
pero nunca te sentí mía.
He vivido al margen de tus brazos,
tampoco sé si los eché en falta.
Tal vez aquella pena difusa,
o el vacío insaciable,
el ansia siempre insatisfecha…
¿Es eso tu ausencia, madre?
No, no sé quién eres,
quizá lo olvidó mi corazón de niña
enfadada por tu ausencia, buscando
de cuarto en cuarto…
Por tu tardanza, esperando
quién sabe cuántas noches,
hasta que entendió
que el cielo es nunca, jamás…
O puede que la niña aguarde,
todavía.

Maruja Salgado