Vida perfecta
A los ojos de los demás mi vida es perfecta: un buen trabajo, unos niños de rubios cabellos, un amante esposo y una casa de ensueño cuya puerta, cuando se cierra, me conduce a un infierno en el que me abraso y quemo mis energías y mis sueños, mis incumplidos proyectos como el de recuperar mi viejo trabajo, aquel que tenía cuando lo conocí en aquella pequeña empresa cuyo jefe esperaría siempre a que volviera.
A los ojos de los demás es una vida ideal, pero al entrar en lo que creen que es mi hogar, todo se torna en tormento. No ven que en él me siento prisionera y que cuando ellos, nuestros hijos, duermen y ventanas y puertas se cierran, surgen los insultos, los golpes asaetados en lugares estratégicos, ocultos como si fuesen tesoros…
A los ojos de los demás es él un hombre brillante, un fiel amigo, un prestigioso profesional. A mis ojos es un enfermo que proyecta sus fracasos en mi cuerpo, un ser que se crece en cada golpe y que cuando para, exhausto, se vuelve pequeño, y me abraza rogando perdón, anunciando promesas que serán incumplidas.
A los ojos de los demás yo soy una esposa perfecta, pero también debo serlo como madre, y es que he comenzado a ver que su odio hacia mí empieza a proyectarse sobre sus hijos, mis hijos. Por eso, he decidido que no voy a callar, que cuando esta noche llegue, introduzca en la cerradura la llave y abra la puerta, ya no estaremos. Ya nada será para él y a ojos de los demás perfecto.
Carmen Quesada