FOTO-RELATO ‘Si me duermo’ y otros poemas de Claudio Ernesto

SI ME DUERMO

Amor, si me duermo
a causa del latigazo inesperado
entre cepas y virus y nuevas cepas
indícame los peldaños hasta la cama
digo cama, porque duele menos que decir cajón
levanta los sueños que dejé debajo de las sábanas
esperándome por la mañana
cuando brotó tan imprevisto el amanecer.

Si me duermo
amor
bebe mi café
tan frío como esta fatiga
diles a las estrellas bajo el limonero
que no me esperen esta noche
que nos encontremos allá
donde suelo ir a buscarlas.

Amada mía
si me duermo
no intentes que vuelva
después de todo
sólo es el comienzo del viaje
hasta que te duermas
igual que yo.


EXCITACIÓN

Hicimos el amor completamente desnudos
hasta nuestras mascarillas se excitaron.
Los fluidos abrazados al amonio
persiguiéndose entre las sábanas
y nuestras vacunas unidas
en el mismo río de placer
mientras anochecía libertad
celebraron.

Desbarrancamos nuestras siluetas
con instinto y domesticado peligro
agregamos lágrimas al despertar
hasta consumirnos en ecos de pandemia
dejamos que las flores nos mordieran
con la arrogancia del polen
en la plenitud del instante.

Sin temor a la muerte nos amamos
intentamos fugarnos
pero no nos quedaba piel
los escuadrones lanzaron
cuentas regresivas
una para cada mausoleo
nos consumió la valentía
que también llegó desnuda a la fiesta.


SE APAGÓ ZOOM

Se apagó
una bocanada de mudez se desprende desde los parlantes
tu voz discurre entre el teclado hacia el disco duro.

Oscurece la pantalla, mi corazón entra en pausa
sólo se escucha el crepitar de una estufa
un perro del vecindario
un rodar hondo y vació explora mis tímpanos
tu voz se desdibuja en el link de una sesión que dejó de existir.

Sin energía cierro la resonancia dulce de tus promesas
como un eco enfermo se mueve mi instinto por la casa
arrastrándome y arrastrando lo que queda de ti
en la extensión dolorosa de tu silencio.
Zoom se apaga

ANHELOS

Mañana no habrá pandemia
no habrá temores
colgando de la conciencia
a cada respirar.

No caerán pesados ladrillos
hasta mi cara desencajada
cuando miro el noticiero
donde habla la muerte
de sus hazañas.

Mañana no habrá
estará de vacaciones
quizá durmiendo siesta
con un ronquido suficiente
de pasajera tranquilidad
y mantener viva la duda
entre las sombras del miedo.

Mañana le pondremos estado de sitio
encerrarla y que sepa qué se siente
cortar el engendro
quemarle los remos
con los que cruza fronteras
y alarga sus hilos fatales.

EN SILENCIO

A la niña le avisaron que se fue al cielo
que su mamita ahora está con los ángeles
que no llore porque está con Diosito
y que desde el cielo la cuidará toda la vida.

La niña no entiende por qué no la puede ver
¿y la misa y el velorio y el funeral?
la niña está llorando por su madre
odia al virus y a la ambulancia
que se la llevó al hospital
porque nunca la dejaron entrar a despedirse
y llora lágrimas llenas de preguntas.

La niña llora en el vacío absoluto de no entender
por qué al hospital no puede entrar
por qué le dicen que ahora está mejor
si no hay lugar mejor que la casa
estar juntas y apretaditas acostadas
disputándose el control remoto
y saltar descalza corriendo hasta la otra cama.

La niña llora su amargura y no entiende nada más.


DISTANCIAS

Una sombra invisible
contradicción
de la pandemia
y tu cuerpo desnudo
cayendo a mi cuerpo
la explosión de un ocaso
a dos pétalos
se diluyen en lo imposible
adherido a esta mascarilla.

Se prohíbe verte
tocar el anochecer
amarrado a tus labios
beber los ríos
y sus desbordes
descongelar los latidos
como si fueran agua
desprender del deseo
la mutua oscilación
dejar afuera el fuego
incluso nuestras lenguas,
se prohíbe por decreto.

Fantasmagórica danza
de camas clínicas
intimidándonos
con esa ventilación mecánica
que desflorecen la excitación.

No tengo salvoconducto
a tus placeres
no tienes libertad
de llegar a mi puerta
y consumir
en un torbellino sediento
tanta ansiedad petrificada.

Las pantallas no tienen tu sabor
ni mis tímpanos la alquimia del soplo
cuando haces el susurro.

Seguirán chocando
nuestras hormonas
con los casos activos
con los contagios
y la terapia
como choca la flor en la escarcha
mirando a lo lejos el sol.

(Poemas pertenecientes al libro próximo a publicar COVID EN CHILE, POEMAS LITERALES)





Claudio Ernesto
Santiago de Chile en 1963. En el ámbito de la poesía ha publicado: “El Título queda Pendiente” (PdE 2020) y participado en las antologías “Voces a la noche” (Lom 2017) “Debut” (Santiago Inédito 2018) y “Tiempo Fragmentado (OS Color Ltda.2021) “Doce miradas tras el cristal” (La Trastienda, 2022) En el ámbito narrativo ha participado en tres antologías de cuentos en los años 2015, 2016 y 2020.




2 comentarios

  1. Agradezco a Palabra y Verso que difunda a un magnífico poeta como Claudio Ernesto, a quien desconocía. Consigue extraer belleza y matices insólitos de una pandemia que todos vivimos. «Se apagó zoom» me parece un acierto, pero todos los textos están creados con estupenda poesía. Mi enhorabuena!

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