La Magua, de Raúl Mendoza
Una reseña de Maruja Salgado
Raúl J. Mendoza Ramos, 1970. Gáldar, Gran Canaria. Licenciado en Bellas Artes, pintor y escritor. Estamos ante la opera prima, en cuanto a publicaciones literarias, de este artista polifacético que hasta el momento ha estado inmerso en el mundo del arte, con algunos paréntesis profesionales en otras materias. Es autor del mural interactivo de grandes dimensiones Exvoto de la Sangre, tantoen su vertiente pictórica, como literaria, que conlleva una investigación histórica sobre el tema de la Gáldar prehispánica y la mezcla de sangres a que dio lugar la conquista de Canaria.
Centrándonos en La Magua, decir que la obra la conforman tres volúmenes: La triste historia de la pobre Catalina, La triste historia de la pobre Águeda y La larga sombra. Noticias de almas en pena.
Estas historias encadenadas surgen a partir de un personaje que tuvo vida hace más de un siglo, y estampó su nombre “María”, como hacen las artistas, al finalizar su grabado en una de las ramas del que, desde niña conozco como “árbol del ayuntamiento”, pero que parece se llamó en otro tiempo “árbol del orgullo”. Con sencillo trazo infantil, María representa una figura femenina, acompañada de una leyenda “La vieja regañona” y una fecha 1913. Raúl hace unas irónicas observaciones acerca del parecido de “la obra” con lo que María quería representar (La figura, ni parece una vieja, ni esta regañada). Por ello creo con él, que se apoyó en la “literatura explicatoria”. Parece que lo importante de aquel grabado fue la intención: liberar al espíritu de la vieja de su misión: proteger al drago por los males que había sufrido en el pasado y que la población, sobre todo la infantil, dejase de temerlo. El autor comienza la narración en 1937, cuando María mujer recuerda aquel lejano día en que se subió al árbol provista de un pequeño cuchillo para llevar a cabo su plan.
El grabado, un hecho tangible que el drago atesora, es el pretexto que usa Raúl Mendoza para, a través de los tres volúmenes citados, narrar la historia-leyenda-cuento de una niña-mujer que terminó por convertirse, por mor de las privaciones que sufrió y la maldad de quienes la rodeaban, en “La vieja regañona”. Además, para mostrarnos la Agáldar, Gáldar ya, del pasado. La vieja, otros decían bruja, comenzó su vida como niña Catalina en el cuadro que él fecha en 1675. Los cuadros terminan en 1937, cerrando así en círculo la historia.
Considero un gran acierto del autor llamar cuadros a los pequeños capítulos del cuento, pues están plagados de imágenes visuales, de tal modo, que nos resulta muy fácil imaginar lo que nos dice. Es una delicia adentrarnos en la lectura; supo Raúl transmitir el encanto, la atmósfera, de la narración oral. Tal como aclara en los agradecimientos, de ese modo llegó esta leyenda a sus oídos; por eso, al leer, nos parece estar escuchando a nuestra abuela, de igual modo que él escuchó a la suya, contando, como si fuera verdad (¡y quién sabe!), cosas que a ella le narraron de niña.
Otro aspecto a destacar, es el uso de la toponimia de lugares bien conocidos por los y las galdenses pues aún conservan dichas denominaciones.. El empleo de recursos poderosos de la narración oral, como, juegos de palabras: Veinticinco años habían pasado. “Más de lo que algunos viven, pensó, pero demasiado poco para que tantos olviden”. “Era como si el cura más cura fuera menos cura que el cura”. El nº 3 comoelemento arquetípico: “Tuvo que secarse tres lágrimas antes de terminar la tarea. Una por miedo, otra por pena y otra por misericordia” Y sobre todo, el modo de escribir, que elimina las vocales que en nuestra habla canaria aspiramos al hablar. He de reconocer que este particular podría entrañar al principio algo de dificultad, sin embargo, se supera si somos conscientes de que es una de las características de nuestra expresión oral y nos ponemos en “modo habla”.
Muy importante me parece el vocabulario empleado. Es tan extensa la cantidad de palabras del español dialectal hablado en Canarias, y sobre todo en Gáldar, que contiene la obra, que el autor consideró necesario elaborar al final de cada volumen un glosario con el significado de cada una. Si no con la intención de su recuperación, dada la globalización acelerada del lenguaje a partir de la televisión, sí al menos como testimonio de una riqueza etnográfica que no debemos olvidar. Riqueza que incluye las creencias en lo sobrenatural de las que La Magua está plagada, como en estos párrafos de realismo mágico: “(…)Pero fue derramar el agua sobre la cabeza de la niña y lo que hizo el tiempo fue detenerse. Por completo. Cesó el piar de los gorriones y el interminable ronquido del cura entre latinajo y latinajo. Una paloma quedó suspendida en vuelo y, en el haz de luz que entraba por el ventanuco, un plumón desprendido de su pecho flotaba inmóvil en el aire.”(…)”De pronto los gorriones volvieron a piar, la paloma batió sus alas para escapar a través del ventanuco y el
agua cayó de vuelta en la pila… Aquel plumón siguió cayendo muy despacio y se perdió en la sombra”
En “La larga sombra” podemos leer historias de desaparecidos ocurridas en Gáldar muchos años después de muerta Catalina, pero bajo su sombra. El autor hace intervenir en los cuentos a personajes que parecen ficticios, como los hermanos Ruin de Quesada con la intervención nada edificante de Esteban en la construcción de la actual iglesia, por ejemplo, cuyo apellido, la oralidad a través de los siglos, habría transformado en Ruin. Se correspondería con personas reales conocidas de la historia del pueblo, como Esteban Ruiz de Quesada cuyo retrato con su última esposa, al pie de la virgen, se conserva en una de las capillas de la iglesia de Santiago. Dichas historias, algunas ocurridas en el primer tercio del siglo XX, cargadas una vez más de realismo mágico, conforman el contenido del tercer volumen que guarda el mismo estilo literario de los anteriores, aunque tal vez con más presencia del narrador en tercera persona.
Muy recomendable lectura; amena e instructiva.
