La mamá de Dácil nos saluda
Cuando veo esos rayos saliendo del sol, pienso que es mi mamá que me habla, dijo Dácil en uno de los muchos viajes que hicimos hacia el trabajo. Lo comentó justo en el momento en que el semáforo pasaba de rojo a verde y no hablamos más del tema. Por un buen rato, me dediqué a observar el cielo, mientras recordaba lo buena persona que fue su madre y la relación tan especial que ambas tenían. Me pareció una bonita manera de recordar a quienes ya no están con nosotros. Después de esa frase, seguimos viajando un par de años más, y cada que me percataba del fenómeno en el cielo, le comentaba que allí estaba su mamá, hablándonos.
Lo que nunca le comenté, es que, al saludo de su madre, le añadí la compañía de la mía y de mi papá y que, con el tiempo, se añadieron mi cuñado Bebelito y mi cuñada Corina. Tal vez sean muchos para saludar, pero no importa. Los rayos siempre aparecen para señalar que vamos por buen camino, con tropiezos, soledades o cansancio, con belleza y compañía.
El Camino siempre nos espera y ellos están allí, amalgamados en una sola frase: la mamá de Dácil nos saluda.
Marlenis Castellanos
Qué bien, tanto sentimiento de amor, dulzor en la palabra y lejanía en la presencia de los recuerdos.
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