Orlando enamorado
A Filippo
Te arrancamos tu infancia
tenias quince años y una historia
compañeros amigos profesores
Un padre
Yo fui el verdugo
fui yo quien cortó la soga de tu ancla
Ya no estudiaste a Dante
ni a Orlando Enamorado
No volviste a hablar en italiano
Yo fui la hoz del desarraigo
Ya no hubo padre que viniera a buscarte
Ni hogar ni techo ni el escudo
de Medusa en tu cuarto
Yo te seguí las lágrimas
que siguieron vertiéndose corazón
y alma adentro sin confesión
posible
Niño extranjero y solo así
te convertí, ateridos,
todos sin afectos
Tu también te inmolaste
Pagamos este absurdo
Angela Molina consigue contarnos un fragmento de su vida (y la de su hijo), evocándonos, al mismo tiempo, el Orlando Furioso de Ariosto y ese escudo donde la Medusa se refleja con las serpientes retorciéndose en su cabeza. Un poema muy bello. Pero tratándose de esta poeta, ya es habitual la belleza.
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Una realidad muy dura y maravillosamente transmitida. ¡¡Un abrazote, linda!!
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