Maldita cama
¿Qué pasaría si un día no hace la cama? ¿Cuántas maldiciones caerían sobre ella y sus descendientes? Su madre le inculcó que había que hacer la cama perfecta, sin arrugas, milimétrica… por si llegaban visitas. Y a su madre la enseñó su madre. Y ella tal vez se lo exija a su hija. Pero, ¿qué visita revisa las habitaciones? Y la cama, en vez de hacerla, ¿no será más placentero deshacerla?
De todas formas, a ella ya nadie la visita y apenas la soportan dos o tres amigas. Su mal carácter y el amor a la soledad han logrado que su casa esté vetada para los demás. Por eso duda y ¿si hoy no hago la cama? Lo piensa mientras estira la bajera para que no quede ni una arruga y se esmera para que la sobrecama quede milimétricamente perfecta. Nunca se sabe cuándo vendrá alguna visita.
Un microrrelato muy bonito. Hay actitudes aprendidas en la niñez que no podemos abandonar: hacer la cama, lavar los platos después de comer, poner los cubiertos y la servilleta, aunque nadie venga a vernos, aunque comamos y durmamos solos. Felicitaciones.
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A veces, las cosas que hacemos por mera rutina se convierten en una auténtica loza moral. Como siempre, tus micros tan acertados. Felicitaciones, Marlenis.
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Asi es Pepa… A veces nos repetimos sin querer. Gracias por leerme y apoyarme con tus comentarios.Abrazos
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