El mercadeo
Vi caer a tantos y más, los atrapaban en sus redes, mordían sus anzuelos; cuando llegaban los mercachifles vendedores de humo, caían como moscas. El día que me tocó a mí, no sé, si por pasarme de listo o porque me cogieron en horas bajas o porque utilizaban alguna droga extraña que me hacía perder la voluntad, o quizás algún tipo de canto de sirena que me idiotizada y me hacía caer víctima del consumismo, me quedé rumiando mis miserias y con un juego de palillos chinos para zurdos, que a veces usan la diestra, que venía de obsequio con un champú fantástico que prometía librarme de la estupidez.
Micro del libro: “Tanto que decir y tampoco para contar”.