Toby, de Juan Francisco Santana Domínguez

Una reseña de Manuel Díaz García

Hoy les traigo a esta sección a un compañero de la asociación que, no es la primera vez que se asoma por estos lares. Él es Juan Francisco Santana Domínguez. Hablar de este gran escritor es una labor harto complicada; referirse a Santa Domínguez, el cual tiene un currículum de vértigo, pues, la pasión lo ha llevado a formarse incansablemente, es, como ya les he dicho, difícil sin llenarse la boca de alabanzas hacia él.

Es un humanista mayúsculo que ha cultivado prácticamente todos los géneros literarios y, dicho sea de paso, con gran acierto. Puedo decir de él que es un defensor a ultranza del ser humano, libre, sin color, ni sexo, ni nada que haga diferentes a unos de otros. Quizás su extensa carrera como docente lo lleva a utilizar en su prosa, ya sea narrativa o poética, un lenguaje exquisito y enriquecedor para sus lectores, sin llegar a ser ostentoso o demasiado barroco, alimenta, ya no sólo el espíritu, sino también el intelecto de quienes se acercan a sus letras, que nos muestran un universo mágico, comprometido con el tiempo y el espacio que habita aquí y ahora, amante de palmeras y dragos, confidente de unicornios y lagartos, capaz de hacer del “yo” un ejercicio plural, que unifica a todas las razas y especies del planeta. Nos encontramos, con cualesquiera de sus obras, ante un mago de la palabra, ducho en el éxtasis que provoca la soledad consciente, donde celosamente cultiva sus enriquecedores textos, con los que nos hace vibrar y aprender, cada día algo nuevo. Santana Domínguez, es, a priori, lo mismo que a posteriori, un hombre íntegro, que rechaza las medias tintas, que se ha forjado un corazón valiente, generoso y comprensivo.

En esta ocasión quiero recomendarles su último libro publicado Toby (Ediciones Aguere). En esta obra nos traslada a Tobunipol, lo más parecido al paraíso que nos podamos encontrar, de la mano de un Juan Francisco niño, y su perro Toby, hace un recorrido milimétricamente exacto, de la historia como fue, no deja atrás ni un ápice; eso sí, siendo siempre respetuoso, aborda incluso temas tan espeluznantes como la violencia de género, la precariedad de las familias menos pudientes, los avatares que debían afrontar para poder salir adelante, las risas, las radio novelas, las meriendas, las conversaciones con los abuelos… ya les digo de antemano que es, desde mi punto de vista, una obra que debería ser lectura obligada en los institutos, para que nuestros jóvenes sepan lo que fue la vida y en lo que se ha convertido.

Tal vez, si consiguen conectar con ese niño, que aún hoy a pesar de haber pasado algunos años, aún mantiene vivo nuestro autor, podrán saber el porqué del hombre que es, y si le hacen un huequito en sus corazones los terminará transportando a ese mundo mágico que fue, es y será Tobunipol, a parte de la historia del niño y el perro, encontrarán referencias literarias de lo más variadas y enriquecedoras. Abordando también en esta ocasión la prosa poética y, en mi opinión más que personal, alcanzado el cenit de su excelsa lira.

La portada es obra de Francisco Lezcano Lezcano y lo acompaña también en el prólogo, Eduardo Andaluz.

Sólo me queda resaltar que, en la última feria del libro de la ciudad de Las Palmas, este humilde heraldo del amor y defensor de la palabra tuvo la gran fortuna de estar presentado tres libros a la vez.

Me despido y como siempre les digo, si les apetece, nos cuentan qué les ha parecido Toby.

Besos, abrazos, poesía,música y buena compañía.

Manuel Díaz García