La amada quieta
Todo te fue un mal escudo,
tus reales vestimentas,
tu ajuar,
regio y glorioso.
Te ahorca el oro que ostentas.
Mantienes,
sola,
tu mano,
débil, rota y enferma.
Tus ojos queman,
tus llamas
desnudas y descubiertas.
Ves con vergüenza y dolor
al hombre que te contempla
y ocultas tu malva carne,
marchita,
mazorca muerta.
De ti huyen los colores,
mi hermosa amada quieta
Facebook: Martín Abreu
Tiene buena música el poema. Mi enhorabuena, Martín Abreu.
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