Juan Francisco Santana – Encerrada libertad

Encerrada libertad

Pensando en lo que tú, para mí, significas, me siento colpado y disminuido, pasando las horas de este día, el primero de un año cualquiera, con el deseo que las fechas no fueran mis guardianes, arropado por mis recuerdos y por el recuerdo secuestrado de cuerpos encerrados en mazmorras, que han venido a sentarse mi lado para otear juntos el horizonte. Me dicen, en voz baja, que han venido para ayudarme a reflexionar sobre los sueños que durmieron a su lado, de aquellos que no lograron hacer de sus deseos un caminar, libremente, por las tristes calles en las que las sonrisas y las voces llamaban a pensar que otra realidad era posible. Les pienso, en silencio enrabietado, apaleados o desaparecidos, sin despedidas, los que decidieron dar sus vidas por la causa, o encerrados en cárceles, con detenedores violentos, que impidieron que de la luz del Sol disfrutaran los que optaron, abiertamente, gozarte, amarte, abrazarte y besarte.

Siempre dije, aunque hace tanto tiempo que lo dije que hoy apenas recuerdo la primera vez que yo lo expuse, convencido, cuando se me preguntaba por ti, fiel amiga y compañera y hermana y novia y amante, que nadie podría impedirme disfrutar de ti aunque encarcelado estuviera pues en mi mente nadie ni nada podía impedir tu libre vuelo. Mis compañeros de entonces, todos con pantalón corto y cubiertos del polvo de aquellos campos de juego, se mofaban cuando aquel mensaje de mi boca escuchaban y yo, en vano, intentaba explicarles la razón de mi ponencia. Terminaba hablando a los lagartos, a las tuneras y a Toby, mi perro fiel, que siempre me acompañaba, que me miraba expectante, mientras aquellos chicos, del barrio, se alejaban por aquellas veredas de tierra, salpicadas de tabaibas, veroles y aulagas.

Hoy, pasados los años, pienso en las sangrientas dictaduras, en los fosilizadores de ideas, en los utópicos e interesados populismos y en las falsas democracias, en los lugares en los que un solo partido político pretende representar a todos o en aquellos otros en los que los contrarios a los (des)gobiernos están en las prisiones que no doblegan los sueños, castigados a moverse en pocos metros cuadrados por su singular manera de libre pensar. Es en esos lugares, en esas injustas mazmorras, donde vive Libertad, a la que he decidido dedicar este pequeño ensayo, a la que se le impide ejercer en público, aunque nunca nadie ni nada pueda con su libre albedrío y en su convencido deseo de soñar y volar con sus ideas más allá de los muros que impiden su movimiento. ¡Qué triste está Libertad cuando su voz se acalla pero qué orgullosa de aquellos que la siguen!

Una dictadura, sea de la orientación que sea, que impida el libre pensar, el derecho a expresarte, tu manera de entender la libertad, la que impida que otros puedan escuchar lo que piensas pues oculto lo debes tener para proteger tu integridad, para seguir dando la mano a la vida, es una dictadura por mucho que se desee enmascarar. Si hablamos de avances no hay que olvidar que junto al pan, la medicina y la educación debe estar siempre el derecho al libre pensar y actuar, siempre y cuando sea con la fuerza de la palabra. La educación es un elemento clave pero hay que dejar que esa educación pueda alimentarse de la posibilidad de contrastar y no sólo asentir aquello que otros desean que escuchemos o leamos. ¿De qué me sirve saber leer si no puedo leer lo que a mí me gustaría leer?

En ocasiones, tu propio existir corre peligro pero es cuando se te priva de la libertad, la que te posibilita que ejerzas libremente tus movimientos y tu pensamiento en público, cuando desde esos calabozos, desde esas celdas y mazmorras, desde esas rejas que te impiden abrazar, como deseas, a los seres queridos, es cuando realmente eres libre, enfrentándote a tus verdugos o a tus carceleros o a los que pretenden ser tus voceros, sin compartir lo que en realidad sientes, mientras tú sigues defendiendo, con tu recta postura, tu negativa a acatar lo que consideras un pisoteo a tus derechos fundamentales. Es en la diversidad y no en la unicidad en donde se puede crecer dignamente porque ningún ser humano es igual a otro. Somos únicos, maravillosos e irrepetibles y nadie ni nada puede atentar contra el derecho fundamental que nos ampara a ser lo que queramos ser, a creer en lo que queramos creer o a pensar en aquello que queramos pensar. Nadie ni nada debe impedir que seamos felices, nuestro derecho a la dignidad, y a eso, sólo a eso, se le debe llamar LIBERTAD.

Esa tétrica y anacrónica prisión, desgraciadamente, la que nos impide actuar y pensar de manera libre y pacífica, es la verdadera libertad en una dictadura y no la que predican los falsos profetas, esos que hablan de bondades y de mejoras cuando la población a la que se dirigen pasa infiernos y calamidades a las que ellos, en defensa de sus egos, no están, precisamente, acostumbrados. También sufrimos como el insolidario capitalismo y su dictadura del dinero, movido por seres sin escrúpulos, desde las sombras o desde los grandes emporios económicos, explotan, someten o abandonan a su suerte al prójimo o como los anacronismos, que han fracasado en muchos lugares del mundo, son defendidos desde la fría distancia o desde el castrador fanatismo que impide ver la verdadera realidad o de los que dicen amén o los que con sus estómagos agradecidos callan y acatan lo que se les impone sin más, siendo éstos los que realmente son prisioneros de las anacrónicas dictaduras y no los que están encerrados en sus vergonzosos gulags o en unas prisiones que disminuyen como seres humanos a sus carceleros, haciendo que las voces de los allí encerrados sean cantos de libertad que perduraran por siempre.

Facebook: Juan Santana 

3 comentarios

  1. El presente escrito me parece un trabajo de sumo interés en la medida en que aborda una de las cuestiones fundamentales ( la libertad ) , es también una reflexion muy profunda sobre el tema . Muchas gracias querido amigo .

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  2. Muy agradecido a mis queridísimos amigos Carmela Linares Linares y Abdellatif Jamil por sus atentos comentarios. Muchísimas gracias. Un abrazo muy GRANDE.

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