Roberto Iglesias – More Cela demonstrata

More Cela demonstrata

betero

En la calle larga, llamada así por el contraste entre lo diminuto del pueblo  y lo prolongado del sendero, se mecen inerciales las posaderas femeninas más lascivas y empalagosas de la patria. Amén, quizá, por ser ésta una isla tropical desviada en los mapas más allá del sur de Iberia, sita y senda como postín de paso de Carabelas. Amén, quizá porque los oriundos aborígenes no son ahora sino los que un día fueron bereberes africanos y entre ellos hembras de poderosas caderas. Tetona, rellenita y cachigorda, así es la fémina isleña y en la calle larga se la observa deambular como un péndulo indolente por marear las horas de su presencia, para loa y gloria de mirones que, entre dientes, cantan salmos a los inventos de vestimentas novedosas. Prendas con las que las mujeres presumen sin pudor sus voluptuosas grupas sobresalientes como asideras con forma de bandeja, tal como las pinta el Sr. Crumb. Así desfilan las fulanas con un andar meloso y aburrido de cantoneras de prostíbulo abandonado. Enseñoreadas en la esteatopigia de su forma, por ser señaladas como hito en la historia del arte y de los museos: culialtas y cachiprietas, embutidas en licras elásticas que realzan sus cancos semicirculares. En las tibias tardes de invierno, donde éste no existe por ser siempre primavera, rigen y mandan los desfiles húmedos de tan sagradas posaderas. Y los ancianos achacosos, sentados en el peralte del museo, coleccionan amodorrados vespertinos recuerdos de tanto desfile de culo de pato, con la esperanza irredenta de atesorar el glorioso momento para evocarlo, tras la cena, bajo la vana ilusión de lograr que la chorra floja se endurezca en un memorioso meneo siempre inútil, flácido y seco.

Hembra de ultramar, hembra caribeña y africana, tetibrocha, desbordada culona en sus posaderas; milagro del privilegio de ser testigo de tan sagrado desfile en su profano devaneo. Gloria a las gordas que pasean, melosas, por aquel isleño pueblo.

Facebook: Roberto Iglesias 

Imagen: pintura de Fernando Botero

5 comentarios

  1. Coincido con Sasa Sosa. Es un relato con un ritmo cubano y un lenguaje que envidiaría Lezama Lima. Además has captado perfectamente la idiosincracia «corporal» de las canarias. Mi enhorabuena y a seguir escribiendo.

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