Rubén Mettini – Canica

Canica

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Las cañerías se hinchan y se conectan. La canica que dejó caer el niño en el lavabo del 4º resbala velozmente por toboganes frescos. La canica aparece en la bañera de la niña del 3º en el momento en que está estirada en la bañera. Ella cree que esa bola de colores es su primera menstruación. Esto nunca lo había visto antes. Toca la bola con la punta del pie imaginando que es un óvulo. La hace girar. La canica flota un momento acercándose a sus piernas, luego alejándose y se va junto con el agua. La niña, aún impúber, sale contenta de la bañera para contarle a su madre su extraño flujo de colores variopintos. La canica continúa resbalando hacia el 2º piso. Aquí sale disparada por el chorro del bidet. Se mete imprevistamente en la vulva de la tensa vecina del 2º que en ese momento acababa de orinar y dejaba que los pelos del pubis se humedecieran con un chorro grueso de agua tibia. La vecina sintió como un golpe, un desconcertante vergajo. La bola recorrió deprisa las mucosas de la vagina. Eso la calmó, fue como una descarga de nervios. Sonrió aliviada. Pestañeó varias veces con una risa estúpida en las comisuras. Cerró el grifo y se quedó un momento allí para que el vello dejara caer algunas gotas de agua. La canica utilizó este intermedio para escurrirse por la cañería hacia el 1º piso donde salió por el grifo de la cocina. El contable estaba con la pastilla para los nervios en la boca. Llenaba un vaso cuando llegó la canica policroma junto con el agua. Él miraba hacia arriba, levantando la cabeza para que la pastilla se le quedara un momento en el fondo de la boca, rozando el velo del paladar, pero sin tocar la lengua. Llenaba el vaso mecánicamente como hacemos casi todos nuestros actos cotidianos. Se llevó el vaso a la boca maquinalmente y sintió el tacto frío de la canica revolcándose entre paladar y lengua, haciendo admirables acrobacias junto al calmante. El contable escupió el contenido de su boca. La canica se fue por los caños hacia la planta baja seguida por una débil pastilla que se deshacía al bajar por el tubo. La canica cayó allí en un pozo oscuro. Flotó como un rayo de luz en medio de aguas servidas, estancadas, negruzcas. Creo que durmió. Su vida no fue vana. Vivió del placer de los cuerpos y luego se abandonó a su sueño cloacal.

Facebook: Rubén Mettini

4 comentarios

  1. Muy bueno. Me ha encantado y una sonrisa, que continúa presente, me dice que te dé las gracias mi queridísimo amigo. Besos y abrazos.

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  2. Muy original.
    Interesante relato. Una misma cosa interpretada y utilizada de diferentes maneras por diferentes personas. Pero la canica siempre fue la misma.

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  3. Me ha encantado su originalidad. Lástima de que, en el caso de haber otras plantas más arriba, otras mujeres no pudieran gozar un poco por la egocéntrica gravedad. Un abrazo.

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  4. Gracias por compartir este relato Rubén. Lo bueno hay que compartirlo, y este relato es muy bueno. Jamás se me hubiese ocurrido tener de protagonista una canica… aquí le llamamos «boliches». Me ha encantado. Un abrazo.

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